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La crisis habitacional: una tragedia ignorada por la política

Mientras los alquileres suben más del doble que la inflación, miles de familias en Argentina quedan desamparadas. La indiferencia de los políticos y la falta de soluciones reales perpetúan una crisis que exige respuestas urgentes.

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La crisis habitacional en Argentina ha alcanzado niveles alarmantes, dejando a muchas familias al borde de la desesperación. Especialmente en zonas turísticas como El Calafate, la emergencia ha tomado una dimensión crítica, evidenciando la falta de medidas efectivas por parte de las autoridades locales, provinciales y nacionales.

El panorama es desolador: en 2024, mientras la inflación escaló al 112%, los alquileres se dispararon en un alarmante 240%, haciendo imposible para muchas familias sostener un techo digno. A esto se suma la derogación de la Ley de Alquileres mediante el Decreto 70/2023, una decisión que desprotegió aún más a los inquilinos, eliminando las pocas herramientas que los amparaban frente a la voracidad del mercado inmobiliario.

El Calafate: Entre la precariedad y el abandono político

En El Calafate, el municipio ha demostrado ser incapaz de responder a la crisis. Lejos de implementar políticas integrales que mitiguen el problema, las autoridades apenas han reaccionado con medidas aisladas que parecen más destinadas a calmar el descontento social que a resolver la emergencia.

Los alquileres temporales, un problema creciente en esta localidad turística, agravan aún más la situación. Estos espacios, que operan muchas veces sin habilitación, han expulsado del mercado inmobiliario anual a numerosas viviendas que podrían albergar familias. Mientras tanto, los hostels y hoteles que operan legalmente, pagan tarifas comerciales y generan empleo, compiten en condiciones desiguales con estos alojamientos informales.

Por si fuera poco, el municipio carece de un sistema eficaz de denuncias contra los alquileres temporales no habilitados. No hay líneas de contacto directas ni inspecciones regulares. Aunque ocasionalmente se reportan clausuras y multas, estas acciones son insuficientes y no atacan la raíz del problema.

Un sistema que asfixia a las familias

El mercado inmobiliario en El Calafate ha adoptado prácticas abusivas, exigiendo pagos en dólares para contratos de apenas tres meses. Un monoambiente puede costar hasta 450 dólares, una cifra desproporcionada para la mayoría de los ingresos familiares. Este desbalance obliga a reflexionar: si las inmobiliarias exigen montos tan elevados, ¿por qué no imponer habilitaciones e impuestos acordes para equilibrar la balanza?

Las familias toman acción ante la inacción

La falta de soluciones reales ha llevado a las familias a organizarse. Marchas y acampes frente al municipio están en preparación, con el objetivo de visibilizar una crisis que parece invisible para los responsables de dar respuesta. Sin embargo, la administración local continúa mirando hacia otro lado, ignorando que detrás de cada estadística hay historias de niños, madres y padres que enfrentan noches de angustia y desamparo.

La urgencia de soluciones reales

Es evidente que la política no puede seguir dando la espalda a esta emergencia. Las familias no pueden esperar más discursos vacíos mientras su situación empeora. La política es el único vehículo para implementar soluciones, pero en lugar de priorizar el bienestar de las personas, los líderes políticos parecen atrapados en la apatía y el oportunismo.

No se trata de recaudar con multas o de promesas a futuro. Es hora de regular los alquileres temporales, reforzar las inspecciones, establecer un mercado justo y, sobre todo, garantizar que ninguna familia pase la noche sin un techo. Porque detrás de cada puerta cerrada hay una vida que merece dignidad.

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