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El Mundo según Algar Vygotsky

Riendo en la Oscuridad: Crónicas de un Depresivo con Buen Humor

Humor negro, sarcasmo y reflexiones de un experto en sobrevivir a sí mismo.

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¡Buenos días, che! Admito que llegó el día en el que estoy más nervioso que cuando critico al Intendente de mi ciudad, que vive a 6 cuadras de casa… Soy Vygotsky Algar. Sí, ya sé, nombre raro, parece sacado de una película de ciencia ficción soviética o un personaje de historieta que nunca pegó. Pero les prometo que hay una historia atrás, y como soy yo, no se preocupen, que la voy a contar igual aunque no me la pidan.

Escribo en una sección donde hablo de cosas serias, pero lo hago con humor. ¿Por qué? Porque para ponerme solemne ya está la vida, que cada dos por tres te tira una piña y ni siquiera te avisa que era un round. Así que sí, mi sección tiene información, a veces medio técnica, pero que quede claro: nunca, pero nunca, deja de ser una sección de humor negro, sarcasmo y experiencias personales. ¿Consejos? Ni ahí, no soy psicólogo, ni psiquiatra, ni te voy a decir que pienses en positivo. Es más, si alguien me dice «todo pasa por algo», yo respondo: «Claro, pero a veces ese algo es un colectivo y te pasa por encima 10 veces por día.»

¿Y por qué “Vygotsky Algar”?

¡Qué bueno que preguntaron! (aunque no lo hicieron). Es un homenaje a dos grandes que me inspiran en mi vida:

Por un lado, Lev Vygotsky, un crack de la psicología que hace como un siglo entendió algo básico: somos el resultado de lo que nos pasa y con quién nos pasa. Este tipo descubrió que el lenguaje no es solo para hablar giladas, sino una herramienta para entender y cambiar lo que sentimos. Me hizo dar cuenta de que las palabras son como el Fernet: pueden ser un consuelo o un desastre.

Y por otro lado, Garth Algar, ese genio nerd y tímido de El mundo según Wayne, que me enseñó que la torpeza y el humor absurdo son claves para sobrevivir. Porque si te reís de vos mismo, nadie más puede hacerlo primero.

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Entre los dos, inventé mi alter ego: alguien que escribe sobre salud mental como si estuviera contando un chisme, pero siempre desde el respeto. Porque yo sé lo que se siente estar abajo del todo, y si puedo sacarte una sonrisa, capaz te subo medio escalón.

¿Y qué escribo? ( me pregunta mi sobrino Martin en mi imaginación  )

Básicamente, escribo sobre mi relación con la depresión. Y digo relación porque no es una guerra ni una pelea, es más como ese vecino que siempre quiere charlar cuando vos solo querés tirar la basura. Es un incordio (diría mi abuela) pero ya aprendí a manejarla y de vez en cuando escucharlo.

También escribo sobre lo importante que sería enseñar educación emocional en las escuelas. ¿Viste que te enseñan a calcular la hipotenusa pero no a lidiar con un mal día? Yo creo que tendríamos que salir del colegio sabiendo que llorar no es de débiles, que abrazar salva vidas, y que una sonrisa puede cambiarle el día a cualquiera. Si tenés dudas, probalo: sonreíle mañana al colectivero. Si no te devuelve el gesto, ya  ganaste.

¿Y por qué humor?

Porque el humor es mi estrategia. ¿Nunca te pasó que te contaron algo tan trágico que lo único que te salió fue reírte? Bueno, eso soy yo, pero con mi vida. A veces el día está tan oscuro que la única forma de prender la luz es con un mal chiste.

Y sí, sé que algunos consejos suenan a meme de Instagram tipo: «Sonreí más, viví más.» Pero ojo, no subestimen una sonrisa, porque con suerte cambia un día, y un abrazo, loco… un abrazo puede salvarte la vida o la del otro.

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Así que acá estoy, escribiendo cuando se me canta, con un teclado cuyas teclas se traban solas y una playlist bien bajón de Sabina, Serrano, Andrés Suárez y Brock Ansiólitiko.

. No sé si voy a cambiar algo, pero si logro que vos o alguien más se ría un poquito, aunque sea de lo absurdo que es todo esto, ya hice mi parte.

Gracias por escuchar, ¡y no se olviden de sonreírle al colectivero! Si se ríe, estamos todos ganando y cambiando el mundo que nos rodea.